Dios quiere que insistamos cuando le pedimos algo, que hagamos una oración perseverante, porque esa oración nos transforma, nos hace mejores hijos de Dios, nos hace crecer en humildad y en fe. Hemos de superar las tentaciones contra la oración: la falta de ganas, el cansancio, el desaliento, el activismo, el querer apoyarnos sólo en medios humanos.