La obediencia no se opone a la libertad, porque actuar libremente significa elegir el bien y, al obedecer, estamos eligiendo lo bueno. Lo que hace falta es obedecer libremente, es decir, porque queremos, por amor, como lo hicieron los apóstoles, al recibir la invitación de Jesús a seguirlo. San Josemaría decía que “sólo cuando se ama se llega a la libertad más plena”.