Jesús dice en el evangelio de hoy que si el grano de trigo no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto. Del mismo modo, nosotros hemos de morir a nosotros mismos para dar fruto, luchando contra las diversas formas de soberbia: el egocentrismo, la vanidad, la susceptibilidad, el orgullo.