Preguntan a Jesús si son pocos los que se salvan, y Él deja claro que para ir al cielo hay que entrar por la puerta angosta, que requiere lucha y esfuerzo, ciertamente contando con la gracia de Dios. Esta lucha incluye vivir los mandamientos, acudir a los sacramentos y a la oración, cumplir con los deberes ordinarios y darnos a los demás.